Este artículo de investigación esta hecho durante el confinamiento entre el General de Brigada de artillería D. Alberto Ruiz de Oña Dominguez residente de Madrid y el Cabo Primero de Artillería D. Buenaventura Yagüe Cabeza, en Tenerife. Ambos son parte del Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias.
El artículo se va a dividir por piezas, las cuales se irán publicando en la Revista Hespérides del Mando de Canarias a lo largo de sus ediciones. Aquí les dejamos la introducción.
Vamos a ello:
Nada mejor que el mes de mayo, dentro del confinamiento por el COVID 19, para descubrir alguno de los tesoros que se exhiben en el Museo Histórico Militar de Canarias (MHMCAN), sito en el Fuerte de Almeyda (Santa Cruz de Tenerife).
La historia que vamos a narrar es sobre un cañón, una carta y un boceto
de un monumento, todo ello sobre la Guerra de Independencia.
Los protagonistas serán: la Real Armería, el Museo del Ejército, un
cerrajero de la Real Cámara y dos escultores
Pero vayamos primero a la historia recordando aquella gesta del 2 de mayo
y el devenir en Madrid hasta la entrada de Napoleón.
LA GESTA DEL 2 DE MAYO Y LA LLEGADA DE NAPOLEÓN
Nunca debemos olvidar que el Dos de Mayo de
1808 no fue la rebelión de los españoles contra el ocupante francés, sino la
del pueblo español contra un ocupante tolerado por las clases dominantes, por
indiferencia, miedo o interés.
![]() |
Cuadro MHMCAN-824. Martínez Ibañez |
La cólera se desató el 2 de Mayo en Madrid y se trató de apagar al día
siguiente con los fusilamientos en la montaña de Príncipe Pío pero, al
contrario, esto unió a todos los españoles contra el entonces ya invasor.
El pueblo de Madrid se opone por la violencia a la salida de la familia
real en la Plaza de la Armería. El gentío intentó asaltar el palacio. Este
tumulto fue aprovechado por Murat, el cual mandó rápidamente a unos Guardias
Imperiales al palacio, acompañado de artillería, que disparó en contra de la multitud.
Este hecho creó un sentimiento de venganza, extendiéndose la lucha por todo
Madrid.
Los madrileños se armaron con lo que tenían a mano para hacer frente a
las tropas francesas, se organizan tomando posiciones en La Puerta del Sol, la
Plaza Mayor y el Parque de artillería de Monteleón, pero necesitaban armas, y
las gentes acuden al Parque en demanda de ellas pero se lo encuentran
custodiado por los franceses.
El capitán Pedro Velarde consigue entrar y tras una conversación con Luis
Daoíz, deciden desarmar a la guarnición francesa. Con el recinto despejado y
tras unos momentos de tensa espera, deciden armar al pueblo madrileño.
Los Capitanes de Artillería, secundados por el Caballero Cadete Juan Vázquez
y Afán de Rivera, de trece años, comienzan a repartir fusiles, con los que el
pueblo de Madrid, enardecido, acude a la Plaza de Oriente y a la Puerta del
Sol.
Pueblo y Ejército se funden en el Parque de Monteleón. Aparecen los
franceses ante la puerta del Parque formados en columna, al mando del general Legrange
con una Brigada de unos dos mil hombres,
que se enfrentarán contra
poco más de treinta soldados, unos cien civiles y unas pocas mujeres, todos
comandados por los Capitanes Luis Daoíz,
Pedro Velarde y ayudados por el ímpetu del Teniente de infantería Jacinto Ruiz.
Los artilleros sacan a la calle cuatro piezas y rompen el fuego desde el
arco de entrada del edificio, mientras desde las ventanas de las oficinas y del
Museo, paisanos y soldados disparan sobre los enemigos. Se producen dos asaltos
frontales por parte de las tropas francesas que son repelidos por los
defensores. Una artimaña de los franceses, que enarbolan bandera blanca, hace
cesar el fuego y penetran en el edificio. Los artilleros mueren junto a sus
piezas «al pie del cañón». Los franceses pasan a cuchillo a los defensores
incluido el personal del Museo. Los locales fueron deshechos y saqueados. Daoíz,
tras enfrentarse al propio comandante
francés muere ensartado por las bayonetas enemigas. Velarde cae
fulminado por un disparo a quemarropa al pie de una de las piezas que defendían
el Parque, al igual que el Cadete Afán de Rivera. Las tropas francesas imponen
su control en el recinto.
Con la ocupación francesa del Palacio de Monteleón se había perdido gran
parte de los recuerdos, armas y modelos existentes en el Real Museo Militar. El
Parque de Artillería de Monteleón, hoy destruido, se encontraba en la actual
Plaza del Dos de Mayo, en el madrileño barrio de Malasaña
Uno de los protagonistas de este artículo es unos de los cañones que
participaron en la Gesta que se encuentra en el Museo Histórico Militar de
Canarias, sito en el Fuerte de Almeyda en Santa Cruz de Tenerife
Pero el sacrificio de Daoíz y Velarde, junto con el de todos los
españoles que se levantaron en armas, no fue en vano. Lejos de las intenciones
de Joaquim Murat, el cuñado de Napoleón, de acabar con cualquier indicio de
rebelión, ese levantamiento sería el catalizador de la unión y el levantamiento
de toda España contra el enemigo invasor.
La virtud y justicia de los que protagonizaron el levantamiento queda
constatada por el seguimiento a su causa, ya que cuando un grupo de personas se
unen con un objetivo egoísta nunca conseguirán unir a todo un pueblo.
Después de lo sucedido, a partir de junio de 1808 cada provincia española
creó un ejército sobre las tropas de línea que en ella había, a excepción de
Navarra y Vizcaya donde siempre se mantuvieron en fuerza los franceses. El 19
de julio los franceses sufrieron una amarga derrota en Bailén y, tanto los
franceses como el rey José de Bonaparte, tuvieron que huir de Madrid. Ante
ello, Napoleón decidió tomar personalmente el mando de sus mejores fuerzas y
penetró en España el 8 de noviembre, por el Bidasoa con 45.000 hombres, con la
intención de ocupar Madrid y posteriormente derrotar al ejército español así
como a los ingleses que habían venido a ayudarnos. Alcanzó Vitoria el mismo día
8 y Burgos el 12, tras la dura batalla de Gamonal. Su penetración fue rápida ya
que no se entretuvo en el camino salvo al llegar al puerto de Somosierra que,
tras la batalla del mismo nombre, el 30 noviembre logró salvar gracias a la
carga de los 150 jinetes de la caballería polaca al mando de Jan Kozietulski
El 1 de diciembre llegaron las primeras unidades de caballería a las
alturas cerca de Madrid y empezaron a cañonear la ciudad.
Ante esa amenaza, ese mismo día el pueblo cogió armas y cañones de la
Armería Real para defenderse. Al ser la fuerza disponible muy reducida para
defender la ciudad, se distribuyeron entre los vecinos muchas armas de
distintas procedencias.
Pero ávido de defenderse contra las abrumadoras fuerzas de Napoleón, invadió
la Armería Real, apoderándose de más de trescientas espadas y dos pequeñas piezas
de artillería pero con muy poca munición y además en mal estado. Ante esto, el
pueblo tuvo que abandonar los dos cañones cerca de la Cuesta de la Vega, pero
estaban indignados y fueron a buscar al culpable, que, según decían, era el
marqués de Perales, al que mataron.
Ese mismo día 1 de diciembre se cubrieron con pequeños parapetos todas
las puertas de acceso a la ciudad, se aspillaron las tapias del recinto,
principalmente las del Buen Retiro, se abrieron zanjas y levantaron barricadas
en lo alto de las avenidas principales, y se desempedraron algunas calles para usar
los adoquines como proyectiles arrojadizos en las casas, en mucha de las cuales
se cubrieron las ventanas con colchones, pero todo fue inútil.
El 2 de diciembre, aniversario de Austerlitz, Napoleón llegaba a las
puertas de Madrid y exigía a la Junta la rendición de la ciudad. Ante la
negativa inicial, los franceses rodearon la capital y la bombardearon los días
2 y 3 de diciembre hasta que el 4, día de Santa Bárbara, se produjo la
capitulación de Madrid ante la superioridad manifiesta.
Los franceses se apoderaron o destruyeron de todo lo que encontraban,
entre ellos estaban los dos cañones que encontraron abandonados y se los
llevaron como recuerdo.
2.- LA REAL ARMERIA
El edificio se construyó entre 1556 y 1564 durante el reinado de Felipe
II, bajo la dirección del arquitecto Gaspar de la Vega. Estaba situado frente
la gran fachada del Palacio Real, formando con ella una espaciosa plaza. Los
primeros fondos procedían de la primitiva colección de la Armería de Valladolid,
antigua sede de los reyes de Castilla.
Carlos IV continuó esa labor y encargó, con muy buen criterio, su
conservación al Veedor de las Reales Cabellerizas Don Ignacio Abadía que ordenó
todos los fondos e hizo el primer catálogo de ellos en 1793 denominado “Resumen sacado del Inventario general
histórico que e hizo en 1793, o sea el quinto año del reinado del Sr. D. Carlos
IV”.
Así continuó hasta la invasión francesa en 1808, que expolió muchos
fondos, entre ellos la famosa espada que Francisco I rindió a Juan de Urbieta en
la batalla de Pavía, la cual se llevó Murat poco antes de los sucesos del 2 de
mayo. Y se encuentra actualmente en el Museo de Artillería de París.
También la Real Armería fue invadida por el pueblo madrileño el 1 de
diciembre cuando se acercaba a Madrid Napoleón, en busca de armas con que
combatir a los franceses, y se apoderó de más de trescientas espadas, dos
pequeñas piezas de artillería y de otras muchas armas blancas, que han
desaparecido.
Otro gran desajuste se produjo en 1811, cuando el rey José Bonaparte
ordenó desalojar las salas para convertirlas en salones de baile, lo cual
produjo una pérdida de fondos museísticos. No se volvió a recuperar el orden
hasta la llegada de la Reina Isabel II que puso en 1844 al brigadier de
Caballería Jose María Marchesi, Director General de Reales Caballerías, como jefe
de la Armería, quien hizo un nuevo inventario en 1849 que incluía un excelente
glosario de términos armamentísticos.
En julio de 1884 sufrió un incendió justo el día anterior al que estaba
previsto que se abriera como museo que destruyó parcialmente la Armería construida por Felipe II. Por lo
que fue derribado en 1894, construyéndose en su lugar la cripta de la catedral
de Nuestra Señora de la Almudena
Alfonso XII, ordenó la construcción de un nuevo edificio que constituye su
sede actual. No obstante, el rey no pudo ver finalizada su obra por su temprano
fallecimiento, por lo que finalizó la obra la Reina María Cristina de Habsburgo,
efectuándose su inauguración en 1893, que marcó un hito en la propia historia de la Colección, condicionando, desde
entonces, hasta el presente la imagen de la misma. Fue ordenada y organizada
por el conde viudo de Valencia de Don Juan, que hizo otro catálogo en 1898.
Se considera, junto con la Armería Imperial de Viena, uno de los mejores
del mundo, e incluso a menudo algunos autores la describen como "la mejor
colección de su tipo en el mundo".
Dentro de este conjunto sobresalen las armaduras y armas de Carlos V y de
Felipe II como conjunto de mayor importancia y núcleo sobre el que se
fundamenta el resto de la Colección. Completan la colección las armas
medievales procedentes del Tesoro del Alcázar de Segovia; las armas de fuego de
Carlos V y Felipe II; las armaduras de los Príncipes e Infantes de España
siendo niños; los trofeos militares; y los regalos diplomáticos y familiares
3.- RASGOS HISTÓRICOS DEL MUSEO DEL EJÉRCITO
Antes de continuar, nos gustaría hacer una pequeña referencia a la historia del citado Museo del Ejército.
Existe un antecedente de proyecto de creación de un Museo por parte del Conde Aranda, que por Real Decreto de 19 de octubre de 1756, ordena crear en Madrid un Arsenal de Artillería, al que habían de remitirse y dejar en depósito muestras y modelos de los trabajos ejecutados en los otros arsenales (Barcelona, Zaragoza, Sevilla y La Coruña) y fábricas de armas, pero no se llegó a completar.
Su verdadero origen data de la Real Orden de 29 de marzo de 1803, por la
que Godoy crea un “Real Museo Militar”,
que es como se denominó ese establecimiento, a cargo del Cuerpo de Artillería,
dieciséis años antes de que se crease el Museo del Prado. Los primeros fondos
del Museo son los reunidos en el arsenal creado en 1756 y también se ordenó que
«se trasladasen al Museo Militar todos
los modelos de plazas y máquinas militares que existieran en el palacio del
Buen Retiro, así como los demás de esta especie que estaban a cargo del Capitán
de Corbeta Don Agustín Betancourt». Resaltamos la importancia de este
personaje canario (1758-1824), nacido en el Puerto de la Cruz (Tenerife), que
fue una de las figuras técnicas más importantes de ese siglo y fundador de la
Escuela de Ingenieros de Caminos española (1802), aunque donde más fama obtuvo
fue en Rusia. Había creado en el Casón del Buen retiro un museo con
especializado en máquinas de su invención y planos en relieve y maquetas de
poblaciones y campiñas.
El museo se instaló en el Palacio de Monteleón, compartiendo estancia con
el Parque de Artillería, y se inauguró oficialmente en 1805, siendo su primer
director el Teniente Coronel, Capitán de Artillería, Don Joaquín Navarro
Sangrán (1769-1844), Conde de Casa Sarriá.
En 1808 el recién creado Museo de Artillería sufre dos expolios por los
franceses, el de mayo y el de diciembre cuando viene Napoleón, cuando los
locales fueron deshechos y saqueados. No obstante, en 1814, Francia devuelve
algunos de los fondos expoliados pero el edificio del Palacio de Monteleón
estaba ruinoso, por lo que en 1816 se decide su traslado al Palacio de
Buenavista, actual Cuartel General del Ejército, donde permanece veinticinco
años hasta que, en 1841, por orden del Regente del Reino, Espartero, que elige
el Palacio de Buenavista como residencia oficial, efectúa su segundo traslado
al Salón de los Reinos del Palacio del Buen Retiro.
Mientras estaba en el Palacio de Buenavista, por Real Orden de 9 de marzo
de 1827, se dividió el Museo en dos departamentos distintos, correspondientes a
Artillería e Ingenieros. Se asignó al de Ingenieros todo lo relativo a puentes
militares, instrumentos para el levantamiento de planos, modelos de
fortificación, “plazas y baterías” y
objetos de arquitectura militar; dejando para el de Artillería, además de lo
propio de ese arma, un ejemplar de los objetos duplicados de todas clases y “algunas baterías de salchichones, sacos y
candeleros”·.
De esta forma se quedó independiente el Museo de Artillería, que tomó
desde entonces el nombre de “Real Museo
Militar de Artillería”, según el reglamento aprobado por Real Orden de 21
de julio de 1827.
Como curiosidad, en 1868, las figuras de los leones, realizadas en bronce
de los cañones tomados a los rifeños y que estaban destinadas al Museo, se
entregaron al Congreso de Diputados, donde se encuentran actualmente.
Siguiendo con nuestro Museo, debido a cuestiones políticas por los
continuos cambios de Gobierno, por un RD de 23 de febrero de 1929 se crea el
“Museo del Ejército” en el Alcázar de Toledo, siendo la primera vez que tiene
tal denominación, en base a todos los museos existentes de todas las armas. No
obstante, este traslado no se llevó a efecto por orden de Primo de Rivera,
aunque en 1932 se cambió el nombre a “Museo Histórico Militar” con su
reglamento, continuando en el Buen Retiro.
En 1965 se dispone otra vez el traslado del Museo al Alcázar de Toledo
pero, por problemas económicos, se desestima otra vez esa idea en 1969. No
obstante, el 9 de febrero de 1979 se crea en el Alcázar reconstruido la Sección
Delegada del Museo del Ejército en Toledo.
A pesar de la gran polémica mediática creada, se decidió finalmente
autorizar su traslado al Alcázar de Toledo el 24 de julio de 1996. Debido a las
laboriosas obras que hubo que hacer en Toledo, el Museo del Ejército de Madrid no
cerró sus puertas al público hasta el 30 de junio de 2005 y, a principios de
2008 inicia su traslado al Alcázar de Toledo, dándolo por finalizado el 30 de
junio de 2009. Su inauguración oficial se efectuó el 18 de junio de 2010 en su
nueva sede, regulando su funcionamiento y estructura orgánica básica el Real
Decreto 636/2010, de 14 de mayo.
Ahora el Museo del Ejército de Toledo es uno de los mejores de nuestra
geografía y, por qué no decirlo, el mejor de Europa de su clase, dotado de las
técnicas museísticas más modernas existentes y con una afluencia de visitantes
masiva.
A partir de aquí se irá completando el artículo a medida que se vaya publicando en la revista Herpérides según los puntos:
4.- EL CAÑON Y ALFONSO GÓMEZ DE ORTEGA
![]() |
Foto MHMCAN |
5.- EL MONUMENTO DE
SEGOVIA Y CARTA DE ANICETO MARINAS
6.- EL BOCETO Y
ANTONIO SUSILLO DEDICADO A LOS HEROES DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
El artículo se despide con agradecimientos y fuentes:
Con lo expuesto anteriormente creo
que ya está suficientemente bien definido estos fondos museísticos que existen en
el magnífico Museo Histórico Militar de Canarias donde, por cierto, se puede
admirar la mejor colección de piezas sobre una de las gestas más importantes acaecidas
como es la derrota del contralmirante Horacio Nelson frente al general Antonio
Gutierrez el 25 de julio de 1797, exponiéndose dos únicas banderas inglesas en el mundo capturadas en combate participando la Real Armada ,así como diversos objetos de la batalla. Asimismo se puede admirar la mayor
colección de España de banderas de Milicias del siglo XVIII y XIX.
No queremos finalizar sin mostrar
nuestro más profundo agradecimiento a las personas que nos han permitido profundizar
para obtener los datos necesarios. En primer lugar a todos los miembros del
MHMCAN por custodiar estas tres “joyas”: luego al ejecutivo de la Fundición
Capa, Ruben Gago y a su director, Fernando Capa, por su exquisita amabilidad,
paciencia y trato en la visita realizada a pesar del gran trabajo que tenían
debido al periodo de confinamiento por el COVID19; y, por último, sin que este
orden le quite su gran importancia, al general Director del MUE, Antonio Rajo y
a su Directora Técnica y jefa del Área de Investigación, Teresa Moneo, por su
disposición y excelente trabajo de investigación realizado en sus archivos. A
todos ellos muchísimas gracias.
La mayor parte de este trabajo se
ha efectuado online, entre Tenerife y Alcalá de Henares, debido al confinamiento
por el virus COVID-19.
Alberto Ruiz de Oña & Ventura Yagüe , Artilleros. 2020
Saludos.
Comentarios
Publicar un comentario