El cabo primero del general Gutiérrez: Diego Correa Gorbalán

Archivo Simancas (V.Y.)


Correa Gorbalán, Diego. 

1772-1843

















Como consecuencia de la victoria de las tropas españolas sobre las inglesas del contralmirante Horacio Nelson el 25 de julio de 1797 en Santa Cruz de Tenerife, el general Antonio Gutiérrez de Otero, vencedor, elevó a las altas instancias españolas una petición de recompensas para los más destacados en la jornada . De las peticiones destacamos entre otras muchas, la del teniente coronel D. Juan Creagh, capitán del Batallón de estas islas y a D. Vicente Siera, teniente del Regimiento de Infantería de Cuba; o la de reconocer su heroicidad para futuras solicitudes a los pilotos: Nicolás Franco, Diego Costa, Juan de Herrera. 

A los oficiales se les concedió la Encomienda del Esparragal en la Orden de Alcántara pensionada.

El general Gutiérrez hizo una mención especial del cabo primero del Regimiento de Güimar Diego Correa, a quien propuso para el ascenso al grado de subteniente, concediéndosele la agregación al mismo cuerpo.




El cabo primero estaba de servicio en la batería de La Concepción. Desde su puesto vio que en la madrugada del 25 de julio zozobraban unos botes ingleses cuando intentaban acercarse a la costa. Correa, enfermo, se enfundó sus pistolas y sable, arengó a un puñado de soldados y se lanzó sobre los ingleses que intentaban alcanzar la playa. Combatió contra ellos y capturó 17 a los que llevó prisioneros al castillo de San Cristóbal ante la sorpresa general. Además se apoderó de armas, entre otras, un cañón violento ingles con cureña tipo Gribeauval, en el Barranquillo del Aceite (Hoy está en el Museo del Ejercito). También y como hecho destacado recogió uno de los trofeos más importantes de la GESTA, la bandera de combate de la fragata EMERALD en el Barranco de la Carnicerías.

Cañón violento de a 3 libras, recamarado de 7,5 cm por 64 cm de longitud de ánima

Bandera de combate EMERALD



Página de la Relación Circunstanciada de la defensa que hizo la plaza de Santa Cruz de Tenerife, invadida por una escuadra inglesa, al mando del contra-almirante Horacio Nelson, la madrugada del 25 de julio de 1797


Correa, nacido en La Laguna en 1772. No existe retrato, pero dicen que era alto, corpulento y de tez morena. Correa, era hijo de uno de los más grandes orfebres canarios del siglo XVIII, el sauzalero Juan Antonio Correa, autor de los hermosos tabernáculos de las parroquias de Teror y Buenavista, ésta ultima destruida en el incendio de 1996 . Se casó a los 19 años con Pilar Bottino, hija de un comerciante genovés afincado en La Laguna. Ejerció de guarda mayor de montes de la Laguna.

A finales de 1808 partió con dos de sus hijos a la Guerra de Independencia, donde fue capitán del ejército de Ciudad Rodrigo. Refugiado en Cádiz fue designado para una comisión secreta por la Regencia en Filadelfia con el objetivo de asesinar a Napoleón Bonaparte . Allí permaneció durante varios años, escribiendo libros y artículos contra la independencia de América. Apresado ilegalmente en Gibraltar, es condenado en el presidio de Ceuta, de donde fue liberado por presiones del gobierno y el parlamento británico. Es exiliado a Londres, publica en inglés un libro y artículos en El Español Constitucional.

En 1820, al retornar el régimen liberal, publica en Madrid en el órgano de los liberales radicales, "El Conservador". Es nombrado por el Gobierno Intendente de Querétaro, en México, se embarca para Cuba, donde le sorprenden las noticias de la independencia de ese país.

De regreso a España, publica un escrito en el que denuncia el anticonstitucionalismo de Fernando VII y se refugia en Cádiz ante la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis.

Un nuevo exilio en Inglaterra finalizó con la restauración del régimen liberal con Isabel II. En 1835, con el rango de coronel, es nombrado comandante de las fuerzas de guardias de la policía de Madrid y, un año después, intendente de Filipinas, cargo que ejercería hasta su fallecimiento en Manila el 10 de junio de 1843.

Elviejocaboprimero.










Entre dos mundos y otros escritos. Diego Correa


Parece un personaje de novela pero es hombre de su tiempo, dice el historiador Manuel Hernández González autor del libro Liberalismo y masonería entre Europa y América. Diego Correa (1772-1843), que recientemente ha publicado ediciones Idea en la colección Desde América.

- Diego Correa es masón y liberal. Y usted relata que cuenta con una interesante actividad en Cuba y Estados Unidos, ¿cuál fue esta actividad?
“En esa coyuntura, la labor de Correa en Estados Unidos, lejos de dirigirse a su irracional finalidad inicial, el asesinato de Napoleón, se encaminará hacia un activo protagonismo en la persecución de lo movimientos independentistas de Hispanoamérica. Resume en su persona las contradicciones del liberalismo español, incapaz de comprender y asimilar en su integridad los cambios que estaban acaeciendo en sus colonias. En su interés para atraer a la causa española a personalidades disidentes de la política oficial norteamericana mantuvo estrechos contactos con el general James Wilkinson, gobernador de Luisiana, quien había sido destituido de su cargo por la acusación de haber participado en la esperpéntica conspiración de Aaron Burr que se encaminaba a crear un vasto imperio con los territorios del Missisipi y de México. En su conversación había expuesto diversos planes para el futuro de Luisiana, Florida y las Provincias Internas. Se hallaba interesado en ponerse al servicio del Estado español con un mayor y cuatro capitanes de su confianza, a condición de ser integrados en el territorio de México para desde allí encaminarse a la conquista de Luisiana. Sin embargo, el ministro de Estado Bardaxi desconfió de sus propuestas y ordenó que por ningún motivo entrase en México. No obstante, debía apoderarse de sus planos y cartas. Particular atención mostró hacia la política napoleónica. Por ello desde la legación francesa se vigilaron estrechamente sus actividades. El embajador Serurier en un informe dirigido al secretario de Estado norteamericano James Monroe diría que el lagunero “siempre portaba un pequeño puñal español, y también guardaba pistolas, pólvora y balas, y una caja conteniendo veneno y otras drogas y un pequeño frasco de veneno para sí mismo o para sus enemigos”. Tan estrecha comunicación llegó a tener con los agentes galos que hizo sospechar en un principio al propio Onís que se trataba de un espía de ese país. En Cuba se convirtió en el portavoz del liberalismo exaltado, un sector del liberalismo radical unido a los intereses de los comerciantes peninsulares, defensores del monopolio comercial frente a las élites criollas, partidarias del libre comercio. Publicó números textos en periódicos de esa ideología y folletos. Batalló dentro de la masonería para evitar el influjo de los hacendados criollos, pero estos le ganaron la partida al erigir una Gran Logia independiente que integró tanto a los de rito escocés como a los de York, por lo que se integró en la comunería, un movimiento liberal radical controlado por el liberalismo exaltado”.



- Y fue también fue un activo literato y periodista. ¿Cuáles de sus obras destacaría?
“Escribió numerosos artículos y folletos políticos en Estados Unidos, España, Cuba e Inglaterra, donde dejó constancia de su militancia en el liberalismo. Entre ellos destacan sus escritos en los más característicos periódicos liberales de Inglaterra, de Madrid y de Cádiz, como el Mercantil, Español constitucional. Conservador y Duende de los Cafés y sus folletos sobre el liberalismo y la emancipación en América, entre los que destacaron sus proclamas contra Fernando VII como monarca absoluto”.

- Como historiador, ¿cómo definiría a Diego Correa?
“Fue más que nada un testigo de su tiempo que analizaba desde la perspectiva del liberalismo español las transformaciones políticas de Europa y América. En España defendía la profundización del liberalismo gaditano y en América, salvo en su exilio en Londres, que apoyó la causa independentista americana, entendió que los nuevos regímenes solo servirían para defender los intereses de las oligarquías criollas en un nuevo régimen de carácter reaccionario”.

- Un personaje muy contradictorio que atacó también a la a Iglesia
“Primero en 1819, y por segunda vez en 1825 Diego Correa, con sus iniciales D.A.C.G. dio a luz en Londres con el título de Historia verídica de la Judit española, Cornelia Bororquia, el célebre texto del antiguo trinitario sevillano al servicio de José Bonaparte, Luis Gutiérrez, ejecutado por espía por la Junta Suprema de Sevilla. Se llamaba en realidad Cornelia Bororquia o La Víctima de la Inquisición y aparece calificada como su tercera edición. Sin embargo, al ser redactada por un significativo afrancesado, quiso desvincularlo de ese origen y la atribuyó a un supuesto y probablemente imaginario Fermín Araujo. En su discurso preliminar se muestra significativamente partidario de la libertad de cultos a pesar de que la constitución de 1812 hacía prevaler la religión católica como la única universal verdadera y dominante de la Monarquía española. Sostiene que el haber tildado esa “impolítica idea” trajo como consecuencia a la Nación el que “un déspota impotente la destruyese y vulnerase impunemente con escándalo del mundo civilizado”. Si se hubiera despreocupado “de ciertas máximas falsas y perniciosas”, se habría centrado en sostener la constitución política. Al no fundamentarse en tales principios, se tradujo en el encarcelamiento de “los dignos miembros del soberano congreso” en los presidios africanos y “en los inmundos calabozos de la infernal inquisición” u obligados al destierro en extraños países “llenos de amargos pesares”. Clama al respecto que finalmente la victoria de las ideas liberales conduciría al “impío Fernando y los satélites de este abominable tribunal” a su conversión en “víctimas de la justicia o del furor del pueblo”. Un triunfo que originaría que “el estado frailesco aniquilado desparecería para siempre como seres inmundos”.

- ¿Con qué personajes de su tiempo mantuvo amistad?
“En Estados Unidos tuvo relaciones con muchos significativos dirigentes de esa país, incluido su presidente, con el que se entrevistó. También con un amplio núcleo de independentistas como Álvarez de Toledo o con el embajador español Luis de Onis, con el que tuvo una gran amistad tanto allí como en Inglaterra. En España trató a los más granado del liberalismo gaditano. Personajes como Flores Estrada, Lacy, el Conde de Toreno y un largo etcéctera. En Inglaterra con muchos exiliados liberales españoles como Fernández Sardino, Antonio Puigblanch, independentistas americanos, y personalidades notables de la élite dirigente británica con lord Holland o el duque de York”.

- ¿Y cómo y por qué termina sus años en Filipinas como intendente de Manila?

“Porque después de ejercer como gobernador en Madrid, fue designado intendente de Filipinas. Allí pasó sus últimos años, siendo un combativo defensor de las ideas liberales españolistas hasta su muerte”.










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